En diciembre de 1938, la revista británica Picture Post tras publicar unos de los trabajos de Robert Capa sobre la Guerra Civil española, lo proclamó como el mejor fotógrafo de guerra del mundo. Pero, aunque sin duda, las imágenes de Capa han servido para ilustrar la memoria colectiva de la Guerra Civil española, la Segunda Guerra Mundial o el conflicto de Indochina, donde falleció tras pisar una mina en 1954, su obra es quizá el mejor ejemplo de fotoperiodismo global moderno.
Capa nació en Octubre de 1913, hace ya casi cien años, con el nombre de Endre Ernö Friedmann en la ciudad de Budapest, entoncés aún parte del Imperio Austro-Húngaro. Sus amistades socialistas y sus orígenes judíos, no eran un aliciente para permenecer en Húngría durante la regencia filofascista de Miklós Horthy. Tras ser arrestado por petenecer a un movimiento estudiantil de izquierda, emigró a Berlín en julio 1931, donde comenzo a trabajar como aprendiz de laboratorio en la agencia gráfica Dephot y más tarde como fotógrafo.
Su primer trabajo reconocido fue el del mitín en Copenhague de otro exiliado, León Trostky. Pero con el ascenso de Hitler al poder en 1933, Fiedmann debe exiliarse también de Alemania y esta vez el destino elegido es París. Allí conoce a otro fotógrafo de origen húngaro, Imre kertesz, al polaco David «Chim» Seymour y a Henri Cartier- Bresson, junto a estos dos últimos, fundará años más tarde la Agencia Magnum que hoy en día sigue siendo la referencia del fotoperiodismo independiente.
Es en París donde en otoño de 1934 conoce a la joven alemana Gerda Taro, de quien se enamora rápidamente. Será junto a ella, cuando apremiados por la falta de trabajos, crearán el personaje de Robert Capa, un intrépido y glamuroso fotográfo estadounidense . Cuando Gerda visitaba las redacciones ofreciendo el trabajo de André, contaba que las fotos eran de un tal Capa e insistía a las redactores que eran unos privilegiados al tener la oportunidad de contar con las imágenes de tan ilustre fotógrafo internacional. La innegable habilidad comercial de Taro, acabará conviertiendo a André Friedmann en su personaje, Robert Capa, identidad que posteriormente acabará asumiendo totalmente y con la que ha pasado a la historia de la fotografía.
Obligado en cierta forma por su creciente fama, Robert Capa marcha a cubrir la Guerra Civil española en agosto de 1936. Será en su primer viaje, cuando realice su fotografía de un miliciano siendo abatido en combate y que se ha convertido en una de la imágenes más representativas de la guerra y del trabajo de Capa. Gerda Taro que colaboraba con Capa, se quedó en el frente de Madrid mientras él regresaba a París. La fatalidad hizo que Gerda muriera aplastada por un carro blindado en la retirada republicana durantre la batalla de Brunete.
El dolor que la muerte de Taro produjo en Capa, le hizo renegar de la guerra española y se marchó a cubrir en 1938 la guerra Chino-Japonesa. Al ser el imperio japonés aliado de la Alemania de Hitler, muchos veían en China, el frente oriental de la resistencia fente al fascismo. Y Capa no podía dejar de cubrir ningun frente. Sin embargo, ya en otoño de ese mismo año regresó a España para cubrir junto a David «Chim» Seymour, la retirada de las Brigadas Internacionales que habían combatido apoyando a la República y las batallas del frente de Aragón. Es el reportaje realizado en este frente, el que le vale el calificativo de mejor fotógrafo de guerra por parte del Picture Post. El trabajo de Capa , Taro y «Chim» Seymour durante la Guerra Civil española, junto al de fotografos españoles como Agustí Centelles, es una de las primeras muestras de cobertura de un conflicto desde una perspectiva en primera persona y con un grado de implicación que traspasa lo meramente profesional.
Si bien es verdad que desde la primera guerra mundial, las cámarás fotográficas habían avanzando mucho, pudiendose trabajar con formatos más reducidos y velocidades de obturación más rápidas. Cámaras como las Rolleiflex, pero sobre todo la Contax II y la Leica II con visor telemétrico y formato de película de 35 milímetros. Estas, permitían llevar la cámara en la mano o colgando del cuello y fotografíar escenas en rápido movimiento. La fotografía había dejado de ser la pintura química de una escena estática, para convertirse en la captura de un instante, en una vida en constante movimiento.
Una parte del trabajo de Taro, Chim Seymour y el propio Capa durante la Guerra Civil española, quedó consignado en una maleta. Esta maleta, albergaba los negativos originales de muchas fotografías que permanecían inéditas. Por azares del exilio de su conservador, la maleta acabó en México y fué recuperada hace unos años. Los negativos han sido restaurados y estás fotografías mostradas en una exposición itinerante bajo el auspicio del ICP. Pero sobre la maleta méxicana y su leyenda, os hablaremos más en profundidad, en otro post.
Tras la el fin de la Guerra en España, el estallido de la Segunda Guerra Mundial, la Ocupación alemana de Francia y de la mayor parte de Europa, hacen que Capa emigre a Estados Unidos y se asiente en la ciudad de Nueva York, pero después que el ataque japonés a Pearl Harbour obligue a los nortemaricanos a intervenir en la guerra, Capa se convierte a ojos de las autoridades norteamericanas en un ciudadano proveniente de Hungría, un país aliado del Eje y por tanto enemigo. Esta situación y la generosa oferta de la revista británica Collier’s, le fuerzan a embarcarse rumbo a Inglaterra para cubrir la Guerra en Europa. Su etapa en Londres, sus amoríos con Elaine Justin, la mujer de un actor estadounidense, su cobertura de la guerra y del desembarco de Normandía quedan reflejados en su novela autobiográfica Ligeramente desenfocado. Es una obra fresca y vitalista, en la que trasciende el gusto de su autor por disfrutar de la vida pese a la penalidades de la guerra. La edición de la editorial La Fábrica reseñada en el enlace, viene acompañada por de numerosas fotografías de los diferentes frentes que cubrió Friedmann entre 1941 y 1945.
Poco después de finalizada la guerra, Capa, Chim Seymour, Henri Cartier- Bresson, William Vandivert y George Rodger fundaron la agencia Magnum. Agencia que se fundó bajo los principios de la indepencia de los medios y el cooperativismo de sus miembros y que hoy en día sigue siendo la máxima referencia del fotoperiodismo. A pesar de fijar su residencia en París, durante 1946 obtuvo la nacionalidad norteamericana que hasta entonces había tomado prestada de el personaje creado junto a Taro. André Friedmann había culminado completamente su mimetización con Robert Capa, su propio personaje.
Tras unos años dedicado a la gestión de Magnum y las colaboraciones, en abríl de 1954, Capa recibe mientras trabaja en Japón, un encargo de la revista ilustrada Life para cubrir la guerra en la entonces Indochina francesa, el actúal Vietnam. El 25 de mayo, mientras acompañaba a ún convoy francés, pisa una mina y muere en el acto.
Pero la muerte de Capa no supuso el fin del fotoperiodismo que a pesar la continua crísis en la que se halla sumido, siempre encuentra la manera de sobrevivir, a duras penas sí, como hacía el joven Friedmann en París cuando se veía forzado a escribir a su madre, ingeniándoselas para pedirle algo de ropa o dinero sin que se diese cuenta de su penosa situación. Los numerosos EREs y los cierres de cabeceras son noticia continua. La prensa escrita va cediendo terreno a la digital pero en el presupuesto más aquilatado de esta, ya parece que no hay cabida para cubrir el coste de un fotoperiodista, y menos aún el de un corresponsal en un conflicto lejano.
Además, el periodismo ciudadano mal entendido por muchos medios, les sirve para obtener material gráfico a precio de saldo o incluso en ocasiones para hurtarselo a su autor, con el descaro de un corsario bajo la protección de la patente de su «Graciosa majestad». Sin embargo, siempre hay espacio para cierto optimismo y el fotoperiodista de nuestros días sobrevive adáptandose al medio y mimetizándose a las exigencias de un mundo cambiante y caprichoso
En este documental de Roger Lleixà para Treski Productions, podemos conocer de primera mano la opinión de catorce fotoperiodistas, entre los que encontramos a Tino soriano, sobre el presente y el futuro del fotoperiodismo. ¡No os lo perdaís!
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Está claro: Hay que inventar el modo de hacerse un Capa. 😉
Me encanta que hayas reivindicado la importancia de Gerda Taro, que se suele pasar por alto, y que meciones a Centelles.
¿Gracias por tu comentario! Tines razón acerca de Taro y Centelles. En toda historia, la sombra del protagonista oscurece a otros personajes que no dejan de ser fundamentales para que la historia pueda desarrollarse
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