Ayer mismo, en pleno proceso de documentación para este artículo, se daba a conocer la noticia de la muerte de Molhem Barakat, un jovencísimo fotoperiodista que cubría para la agencia Reuters, el ataque a un hospital en la ciudad Siria de Aleppo. Una nueva victima que se añade a las más de 100.000 que se ha cobrado este conflicto.
Así mismo, hace apenas dos semanas, los medios se haccían eco del secuestro, también en Siria, del periodista Javier Espinosa y el fotoperiodista Ricardo García Vilanova. Los dos informadores, llevan secuestrados desde el pasado 16 de septiembre, pero sus allegados habían solicitado que esta noticia no se hiciese pública, mientras buscaban contactar con sus captores para tratar de negociar su liberación.
Estos dos ejemplos recientes, de fotoperiodistas y periodistas en general, que sufren las consecuencias más duras de un de conflictos armado, no son sino la punta del iceberg de la situación que a diario sufren centenares de informadores en todo el mundo. Pero no solo las guerras acarrean duras consecuencias para los periodistas, también la represión de regiménes dictatoriales de todo tipo o incluso de las fuerzas del seguridad de paises democráticos que se emplean, a veces, con más dureza en reprimir a periodistas que realizan su trabajo, que en evitar que ciertos delincuentes cumplan su tarea. Sigue leyendo